domingo, 3 de agosto de 2014

Escenas de la vida bohemia, de Enrique Murger.

Viendo aquel espectáculo
reflexioné con horror
sobre lo fina que es la línea divisoria
entre la decadencia, que es bella y apetitosa
y la mediocridad.
Diario de un gato nocturno. Javier Gato.


Normalmente cuando voy a hacer una pequeña reseña, o comentario, o divagación sobre un libro, llevo una o dos notas mentales sobre las que comenzar y ordenar el texto. Como si de un hilo cretense se tratara, tiro de esas ideas y acabo en un puerto que desconocía. Resulta que esta vez no tengo hilo del que tirar, sólo la foto del libro, que ni siquiera es mía, sino de la web, pero es la misma edición. En eso nunca miento.



El libro es Escenas de la vida bohemia, de Enrique Murger. Este señor sabe de lo que habla, puesto que uno de los personajes es un trasunto de su propia vida. Para saber algo más, y ya que no me gusta repetir lo ya publicado en la red, aunque sea el prólogo de un libro, donde un enlace lo soluciona todo, os dejo lo cual, que lo acabo de buscar y me ha agradado. La improvisación es mi maestra. http://loshernandez.wordpress.com/2012/02/26/el-barrio-latino-1971/

Jamás pensé, jamás, que este libro, su historia (sus escenas), me fuera a causar tantas emociones. He reído y me he compungido con las añoranzas y pesares de los personajes que se pasean por estas páginas, hambrientos, dignos. Reído con sus ocurrencias, con sus latrocinios más que perdonables. Pero también emocionado de un modo profundísimo con sus sufrimientos amorosos. Y es que siempre está ahí el amor. Siempre. Destruyéndolo todo, destruyendo cualquier mente, incluso el del lector que ya se cansó de él.

Pero dejemos de hablar de mí. He intentemos decir algo más del libro.

Cojamos una botella de absenta, o vino barato, que es mejor, y vayamos a vivir a un dormitorio sin muebles y mucho espacio para el frío, que nunca acaba en invierno, y el calor, que le gusta visitarnos en verano. Vayamos, y seamos libres. ¿Quién viene? No veo manos alzadas... Pues eso, la bohemia fue producto de su momento. Imposible de repetir (aunque los bancos están ahí currándoselo, no vamos a decir lo contrario). Pero no vamos a negar que resulta atractiva a la mente y al gusto estético decadente. Pero hay que tener mucha suerte y salud para poder vivirla con éxito. Quizás ahora sea un hecho que queda para disfrutarla desde fuera, desde el pastiche, de la imitación. También de la lectura, del cine, de la música.

Leed el libro. Lo recomiendo sin duda alguna. Es un libro, que como su nombre indica, tiene la estructura de ramillete de escenas, lo que conlleva a que pretenda ser lo más realista posible. Conectadas entre sí por cuanto que los protagonistas son casi siempre los mismos. A través de varias escenas de su vida diaria, nos vamos enterando de sus pasiones, de sus ilusiones, que son pocas, más allá de poder llegar a tener una comida o cena que no les deje con el estómago casi lo mismo de vacío que antes de cenar. Personajes que se les acaba tomando cariño. Y sus parejas, a las que se las acaba respetando y comprendiendo. Algo que no es nada fácil. Mujeres jóvenes que son de las más reales que he leído en un libro de prosa. Mujeres materialistas que anteponen su imagen a su corazón. Sí señor. Murger me cae bien.

La bohemia no es alegre, aunque sea atractiva. La bohemia es triste y así es como la vemos al final de la lectura. A pesar de nuestras risas, de las ocurrencias de los bohemios, de sus inteligencias y de sus artes. La bohemia es un fracaso social que acaba siendo un lastre. Un lastre difícil de soltar. Pero un lastre. Esa tristeza se nos pasa a nuestro corazón en la lectura y nos compadecemos de estos chicos. Esa catarsis que se produce en la lectura es el triunfo mayor de esta obra y por la que merece ser leída.


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